Historia del Romero

Herbalist Diary

El romero ha sido un compañero del ser humano desde la antigüedad. En el antiguo Egipto, ya se usaba en rituales de purificación y como medicina para mejorar la memoria. Los griegos lo consideraban un símbolo de recuerdo y fidelidad; los estudiantes de esa época incluso llevaban ramas de romero en los exámenes, creyendo que les ayudaría a concentrarse.
Sus propiedades se fueron conociendo poco a poco: sus hojas aromáticas se usaban para estimular la circulación, mejorar la digestión y aliviar dolores musculares. Los alquimistas medievales comenzaron a experimentar con sus aceites, descubriendo que podía actuar como conservante natural de alimentos y como tónico para la mente y el cuerpo. Así, el romero pasó de ser un simple arbusto a un símbolo de bienestar y memoria.

En tiempos antiguos, los nativos americanos exploraban los bosques y llanuras buscando plantas que pudieran sanar, proteger o purificar. Aunque el romero llegó a América mucho después desde Europa, su aroma intenso y su fuerza fueron rápidamente reconocidos por los sanadores y curanderos.

Se cuenta que un chamán de una tribu del suroeste estadounidense descubrió el romero mientras experimentaba con hierbas para purificar el aire de los tipis y alejar los malos espíritus. Al encender sus hojas sobre el fuego, notó que el humo no solo perfumaba el espacio, sino que calmaba la mente y ayudaba a los enfermos a respirar mejor. Pronto, el romero se convirtió en parte de ceremonias de limpieza, mezclado con salvia y cedro, y también se usaba para masajes que fortalecían el cuerpo y la memoria de los ancianos.

Así, aunque no era originario de sus tierras, el romero encontró un lugar en la tradición nativa americana como un guardián del bienestar, uniendo aromas y propiedades curativas que conectaban la mente, el cuerpo y el espíritu.

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